Con más de dos décadas de experiencia en el sector extractivo, el ingeniero Horacio Montes representa una figura clave en la evolución de las operaciones mineras a cielo abierto en Venezuela. Desde joven, supo que su destino estaba bajo tierra, entre vetas minerales y explosiones calculadas. Graduado como Ingeniero de Minas en 2002 por la Universidad de Oriente, su pasión por los procesos extractivos no nació en un aula, sino en el campo, mientras desarrollaba su tesis en el corazón del cuadrilátero ferrífero San Isidro. Aquella investigación sobre voladuras no solo le otorgó un título profesional: lo catapultó directamente al terreno operativo, contratado por Ferrominera Orinoco, donde todo comenzó.
Su carrera despegó entre detonaciones y cálculos de burden, cuando asumió la supervisión de voladuras en el distrito ferrífero Piar. Desde entonces, aprendió a leer la naturaleza antes de encender un fulminante. La anécdota de una voladura inesperada en la mina Altamira –que reventó todos los vidrios del edificio administrativo por no considerar el “techo bajo”– quedó como lección de oro: en minería, la precisión no es una opción, es una ley. Esa experiencia cimentó su especialización en explosivos comerciales y su certificación técnica por el DARFA.
Montes recorrió cada eslabón del proceso minero: perforación, trituración, producción. No tardó en convertirse en Superintendente de Producción, liderando las operaciones de San Isidro, Los Barrancos y Altamira. No solo gestionaba recursos y maquinaria pesada; coordinaba vidas, decisiones críticas y toneladas de material bajo estrictos parámetros técnicos. En cada jornada, forjaba liderazgo y visión operativa. Para él, cada tajo abierto representaba una conquista lograda con ciencia, seguridad y respeto por la tierra.
Años después, la minería aurífera tocó su puerta. Como Gerente de Operaciones de la Alianza Defiance, asumió el desafío de explotar una mina de oro en El Callao. Aunque el yacimiento no ofreció el rendimiento esperado, la experiencia fortaleció su enfoque integral sobre evaluación económica de reservas y ejecución de proyectos de alto riesgo. Luego vendría un logro trascendental: la explotación de magnesita en la Isla de Margarita. Conducido por Montes, el proyecto alcanzó niveles inéditos de pureza (hasta 99% de carbonato de magnesio), posicionando al país como productor clave de insumos refractarios para la gran industria nacional.
En marzo de 2024, su brújula profesional lo llevó de vuelta a sus orígenes: el Yacimiento Altamira. A través de una entrevista liderada por el Ing. Jonathan Ovalles, Gerente General de Orinoco Company, filial de A&B Investments, Horacio encontró no solo un nuevo cargo, sino una causa. Su identificación con los valores de la empresa –ética, excelencia, respeto por el talento humano– marcaron el inicio de una etapa que él define como “profundamente gratificante”. Hoy, desde su posición, impulsa la planificación técnica y estratégica de uno de los proyectos mineros más prometedores del país.
Horacio Montes no ve la minería como un empleo, sino como un arte de largo aliento. Su meta más cercana es consolidar el arranque operativo del Yacimiento Altamira. Su reto más íntimo, culminar su Maestría en Gerencia de Producción. Pero más allá de títulos y toneladas, su verdadera aspiración es cerrar su trayectoria profesional aportando todo su conocimiento a la corporación que confió en su talento. “Espero que sea aquí donde vea realizado mi mayor proyecto”, dice con humildad y firmeza. Y en sus palabras se siente ese eco familiar de las voladuras: la energía contenida, lista para transformar montañas en caminos.